Transcripción de la entrevista Encontrar tu auténtica voz:
En YOS Coaching nos apasiona la comunicación y el desarrollo personal en todas sus formas. Por eso hoy hablaremos con un profesional que ayuda a las personas a encontrar su propia voz: Jon del Vas.
Por fin te veo tocar el chelo.
Pues mira, por extrañas circunstancias ha llegado el chelo aquí, y me encanta que haya llegado porque yo hago una similitud entre el instrumento humano y el violonchelo. Es un instrumento que me compré cuando dejé a mi maestro. Decidí que él iba a ser mi maestro ahora. Escogí el chelo porque es el instrumento que más se asemeja a la voz humana, tanto a nivel geométrico como en el sonido. Es un cuerpo.
Muchas gracias Jon, por habernos recibido.
Un placer.
Por compartir con nosotros este rato, todo lo que tú sabes, lo que conoces. Tú te dedicas a trabajar con la voz.
Exacto.
¿Cómo se llama tu método?
Yo a mi método le llamo «Aliento y voz», aunque esta es la versión corta. Me gustaría más llamarle «Silencio, aliento y voz». Creo que es mucho más coherente.
¿Y en qué consiste?
Es un trabajo que tiene como objetivo liberar la voz de la persona, y como causa o consecuencia, se liberan otras cosas.
¿Y cómo llegaste a interesarte por esto?
Yo tuve una época de actor y en la escuela tuve una profesora muy buena de técnica vocal. Me preguntó si quería estudiar con ella trabajo técnico vocal. Me encantó la propuesta, y cuando llevábamos un tiempo estudiando, apareció un maestro: Un señor que se llama Serge Wilfart, que apareció en una contra de La Vanguardia. Entonces fuimos a verlo a una charla que hizo en la Universidad de Barcelona y nos encantó. Y a partir de ahí, ya «nos enganchamos» y estuve con él 7 añitos. Y así fue como empecé a estudiar esto.
Yo te conocí en el 2014. Vine recomendado por Silvia, que es mi mujer y mi compañera de trabajo en YOS Coaching. Desde entonces, por lo que yo sé, siempre has estado haciendo cursos en Barcelona, en Ibiza, en París…
Si, en Mallorca también y ahora posiblemente en Portugal.
Y va viniendo gente, ¿siempre gente nueva?
Sí, yo siempre he tenido gente. Empecé esto con 4 amigos, y a partir de esos 4 amigos, siempre ha ido llegando gente. Al principio eran los amigos, luego fueron los amigos de los amigos… y ahora ya creo que el primer círculo queda lejos, porque viene gente de muchos lados con quien «no tengo conexión directa».
Si algo funciona, te gusta y es vocacional, la gente va a venir.
Sí, eso es curioso porque a día de hoy se dice que si no tienes una buena página web, si no sales de los primeros en Google, si no tienes redes sociales es «como si no existieras».
Yo discrepo mucho de eso porque, cuando empecé mi trabajo, puse un ojo en todo lo que es el marketing y en presentarlo en redes sociales, pero me di cuenta de que mucha gente hacía lo mismo y ponía mucha energía y mucho tiempo en eso. Entonces decidí que en lugar de poner mi energía y mi tiempo en eso, pondría mis recursos en el perfeccionamiento del trabajo que yo quiero dar, en mí mismo. Siempre he sido una persona que ha dicho «bueno, si algo funciona, algo te gusta y es vocacional, la gente va a venir». Y a mí siempre me gustó mucho el sistema de boca oreja, de que las cosas fluyan así. He tenido la suerte de que ha ido así. De momento, a mí no me ha faltado nunca ni trabajo ni gente.
Precisamente ahora, que viene mucha gente a tus cursos, que te van conociendo, ahora que podrías relajarte y seguir impartiendo tu trabajo a personas que quieran recibirlo «sin más», has decidido comenzar a formar a personas para que hagan lo mismo que tú.
Sí, he decidido formar a gente por varias razones: la primera es que me está llegando mucha demanda y hoy por hoy, la estoy cubriendo yo. Quiero que haya más gente que se dedique a esto, para que toda esta demanda que me viene y que no puedo atender, pueda ser atendida por otras personas. Este es el principal objetivo.
El segundo objetivo se debe a que mis cursos suelen estar siempre llenos. El abrir una formación le da a la persona que entra dos años y medio o tres años de plaza asegurada. Lo hago principalmente por estos dos motivos y también porque tenía ganas de formar a gente, ya que a mí me invita a hacer otro salto más de calidad en mi trabajo.
¿Y sobre este método que llamas «Silencio, aliento y voz»?
A mi método lo llamo «Aliento y voz», pero me gustaría llamarlo «Silencio, aliento y voz», pero es muy largo y no queda muy bien para el marketing. El llamarlo «método», aunque yo lo hago, no es una palabra que últimamente me agrade demasiado.
¿Qué palabra te gustaría, entonces?
Yo le llamaría simplemente «Silencio, aliento y voz», sin poner «técnica» ni «método». A través de la experiencia, dejando de lado las técnicas y los métodos. Pero estamos en el mundo de la palabra y eso quiere decir que las palabras para unos quieren decir una cosa, y para otros, otra. A mí me gusta mucho el título así, desnudo, sin las palabras «técnica» y «método», porque al final, creo que de lo que se trata es de ir a un sistema natural que ya existe. Para mí, tiene que ver más con «dejar de hacer» que con «construir algo» y las palabras «método» y «técnica» tienen que ver con la «acción». Yo creo que, en definitiva, se trata de «no hacer».
Suena difícil a día de hoy, porque en general estamos orientados a «hacer», muchas cosas y cuantas más, mejor.
En mi experiencia de vida, yo siempre he sido un tío con mucha voluntad. Cuando me ha gustado algo, he puesto todo mi hacer y mi energía en ello. Quizás porque lo he tenido por naturaleza, o quizás lo he hecho por neurosis o por carácter…¡a saber!
Cuando yo me aparto, lo que estoy buscando, surge.
Quizás haya sido algo como un «exceso de voluntad». Mi experiencia me está informando de que cuando «dejo de hacer», lo que quiero, lo que viene de mi alma, lo que viene de dentro, «surge». Cuando yo me aparto, lo que estoy buscando, surge. Mi forma de hablar siempre es en la «no acción», olvidarse de que es uno el que tiene que hacer. Yo creo que más que «uno tiene que hacer» la clave es «uno deja venir».
Le llamas «Silencio, aliento y voz», y sin embargo, muchas veces comentas que se busca armonizar la voz o encontrar la voz genuina, pero que esa voz en realidad, surge del silencio.
Sí, totalmente. Yo creo que esto va con la voluntad. Cuando tú entras en silencio, aparece otra voluntad. No es una voluntad «hacedora», más bien es una voluntad de «dejar venir». Cuando uno entra en el silencio, entra en «la fuente». Para mí, todo viene de la fuente. Hay que dejar venir de esa fuente. Sí yo estoy ocupado en la acción, no estoy prestando atención al silencio. Creo que es desde el silencio desde donde surge todo y desde donde surgen las acciones que son justas. Cuando tu mente entra en silencio, cuando tu mente sea calla, ahí aparece la acción armónica.
Mi trabajo con la voz consiste en poner eso a prueba: Que cuando uno está en su eje y está en silencio, simplemente poniendo la intención, la acción surge. Tú hablabas de armonizar la voz. Yo separo. Por un lado, está lo que yo trato de hacer: construir a través de la voz propia; y por otro lado, en esa construcción, busco la armonización. Son dos partes diferentes. Pero el silencio es lo más importante.
Paco de Lucía hablaba de esto. Él dijo: «Yo toco todo, y ahora donde está puesto mi oído es cuando no está sonando nada, cuando toco». Ya ves la importancia que él le da al silencio. Dicen muchos que «La música es lo que ocurre entre un silencio y el otro». Es ahí. Para mí, el silencio es el lugar de gravedad, es el lugar de casa. Es a lo que le doy más importancia.
Ahora que dices esto, he recordado una frase que a veces les decimos a nuestros alumnos del curso de hablar en público: «el silencio es lo que da sentido a las palabras».
Totalmente de acuerdo. Recuerdo que tenía un profesor en la escuela. Éramos una clase de 30 adolescentes y todos hablábamos mucho y gritábamos mucho. Recuerdo que dijo una frase que me impactó, muy parecida a la que tú has dicho: «Solo las palabras tienen importancia cuando son más importantes que el silencio». Esa frase me entró muchísimo, aunque no la puede practicar hasta al cabo de 10 años. Creo que el silencio es lo más importante. Hay mucho ruido alrededor.
¿Qué es lo que te lleva a tu aliento vital? Siempre es la respiración.
Una persona que oiga esto se preguntará ¿Cómo la respiración y el silencio influyen en la voz?
Cuando yo hablo de silencio, no hablo de un «silencio vacío». Cuando hablo de silencio, hablo de acallar la mente. Creo que la mente se puede acallar cuando uno está en contacto con su aliento vital. ¿Qué es lo que te lleva a tu aliento vital? Siempre es la respiración. La respiración es la puerta de entrada hacia tu vitalidad, hacia la energía. Sin silencio no es posible empezar ese viaje. De ahí la importancia que le doy a la meditación. La meditación consiste en entrar en silencio. Creo que cuanto más entremos el silencio, mejor va a ir la acción, porque desde ese silencio todo surge, es el lugar donde uno se apoya.
Si mi mente está muy inquieta y diciéndome muchas cosas, toda mi energía estará focalizada ahí, pero cuando yo entro en silencio, mi energía sale del mental y se va al cuerpo. Desde ese silencio no sólo viene una acción justa, sino que viene la mente justa y vienen también los pensamientos justos. Creo que si no hay ese silencio, no es posible respirar bien, de una forma vital. Es a lo que más importancia le doy. Si yo no veo ese silencio en la persona, de entrada, no puedo hacerle trabajar su voz porque hay mucho ruido en su mente.
Para trabajar su voz, ya que has hablado de cuerpo, de apoyo … ¿Cómo el cuerpo y el apoyo influyen? En los cursos propones algunas posiciones para que la persona pueda desde ahí respirar de otra manera.
Lo que siempre hago al principio es intentar revertir una situación que se da a nivel físico, a nivel respiratorio y a nivel energético. Me fijo en la persona, trato de ver y observar su comportamiento. Cuando veo todas las «cerrazones» de la persona, todo «lo que la cierra», lo que hago es tratar de hacer caer una verticalidad hecha a través de tensiones, para ello hago este tipo de ejercicios que tú dices.
Trato de llevar a la persona a un lugar opuesto hacia donde va su energía y hacia donde van sus cadenas musculares. Cuando pongo a la persona en el opuesto, llega un momento en que la persona cae. A veces no literalmente, no es que caiga físicamente, pero siempre busco una caída. Yo veo que el estrés, los traumas y la neurosis hacen mantener un centro de gravedad alto. Las personas que yo veo cada día suelen tener toda la energía por encima del diafragma.
Lo que hago es hacer caer esa construcción que mantiene la energía encima del diafragma, para que esa energía vuelva a su centro natural, que es el centro vientre (tiene muchos nombres como Jara, Dan Tien…). Cuando veo que eso está empezando a bascular hasta este centro vientre, empiezo a construir a la persona a través de su voz. Pero nunca desde un lugar que se opone a la gravedad y se opone al silencio. Creo que ese centro de gravedad que sube por encima del diafragma se opone a la vida.
Hablabas de que cuando ves la basculación, eres consciente de que el trabajo está haciendo su efecto.
Cuando veo que ese centro energético bascula, veo como la persona entra dentro de sí misma. De ahí, la importancia del silencio. Sin silencio no se puede ir hacia dentro. Cuando veo que ese centro empieza a soltarse y empieza a bascular, empiezo a trabajar la voz de la persona.
Este trabajo es experiencial y la persona no sabe muy bien qué va a suceder.
¿En qué más te fijas?
En lo que me fijo principalmente es en si la persona quiere hacer el trabajo que le propongo o no quiere hacerlo. Eso es lo más importante. Una cosa es que la persona venga a mi curso, eso ya da una información que dice «Esta persona quiere hacer mi trabajo». Lo que pasa es que este trabajo es experiencial y cuando la persona viene a hacer este tipo de trabajo, no sabe muy bien qué va a suceder.
Hay mucha gente que quizás no quiere pasar por esa experiencia pero no te lo dicen de forma verbal. Eso es algo que tengo que saber ver, porque si no se tiene la licencia y la entrega plena de esa persona, creo que trabajar algo así no es conveniente. En eso es en lo primero que me fijo, y para eso, lo importante es tener esa «psicología» con la persona. Saber llevar a las personas hacia ese sitio de inmersión.
Observar como la persona respira…y qué le impide respirar con normalidad
Cuando existe ese consentimiento me fijo básicamente en su mecánica corporal: observar como la persona respira. Una vez observado eso, trato de ver en el cuerpo y a nivel energético qué le impide a esa persona respirar con normalidad. Muchas veces la situación tiene que ver con el estado de sus cadenas musculares, que están cerradas. Entonces invito a la persona a hacer un ejercicio para colocarse en un lugar opuesto y facilitar que estas cadenas musculares puedan extenderse o, según en qué momento, acortarse.
Habría por un lado esa entrada psicológica; por otro lado habría el hecho de si la persona respira o no; y por otro lado, poner al cuerpo en un buen eje. A veces estas tres cosas se hacen a la vez, a veces este trabajo se hace por partes. Yo no tengo una forma sistematizada de trabajar sino que me dejo guiar mucho por la intuición porque conozco cada vez más la mecánica. Creo que en este tipo de trabajos la intuición sola, sin la comprensión de la mecánica respiratoria, no es suficiente. Hay que dejarse guiar por la intuición, pero hay que conocer el cuerpo y saber qué está ocurriendo dentro. Cada vez le doy más importancia a esta mecánica.
En un bebé, el carácter no está formado y la mecánica es transparente.
He tenido un bebé hace poco, se llama Axel. Él me está enseñando mucho, porque en un bebé el carácter no está formado y la mecánica es transparente. Con mi trabajo trato de llevar a las personas a la mecánica del bebé que un día fueron y a ese lugar energético, incluso también corporal, del bebé. Invito a la persona a hacer un viaje a la inversa de cómo se ha construido. Mi hijo tiene muy buena voz, no tiene problemas respiratorios.
A mí, particularmente, me llamó la atención el cambio de voz que se produce después del trabajo que tú haces. Esa voz es más calmada, más tranquila, más templada, ¡incluso se transmite!. Después de trabajar contigo algunas personas me han dicho que mi voz transmite mucha calma. ¿Es este el motivo por el que vienen tus alumnos?
Motivos por los que vienen hay un montón. La mayoría de gente que viene es porque les han dicho que el trabajo gusta. Gente que viene porque una persona que conoce le dijo que tenía que venir, que «flipó». Básicamente la gente que viene es por ese motivo.
De entrada no me viene mucha gente que quiera mejorar su voz. Sí que viene mucha gente que tiene algún tipo de patología vocal, o que una vez perdieron la voz y después de eso no han recuperado ese lugar vital.
También viene mucha gente por curiosidad. Yo les llamo «turistas». Algunos dejan de ser turistas y se quedan. Por otro lado hay gente que viene no para mejorar la voz, sino porque se sienten deprimidos o están en un punto de inflexión en su vida y alguien les dice «Este trabajo quizás te lleve a una experiencia donde tu psique, de golpe, cambie algo».
Cuando la voz cambia, vienen informaciones.
Tú vienes a mis sesiones y haces ese trabajo conmigo, ya lo has vivido: cuando esa voz surge, el impacto psíquico que hay es fuerte. Cuando la voz cambia, vienen informaciones.
Si una persona no tiene voz, no está en el mundo. Creo que el tener voz es estar. Es también estar en la vida. Para mí, el que tiene voz es aquel que respira bien, y el que respira bien, es el que está en la vida.
En mis cursos, cuando hago trabajar la voz, siempre digo que en cada persona hay dos personas: una que frena la respiración y la voz y otra que va hacia el trabajo vocal. Lo que hago es apostar por el que va, y a la misma vez, teniendo compasión por el que frena.
Para alguien que no sepa lo que haces y nunca haya hecho tu trabajo ¿en qué consiste?
El trabajo consiste en atravesar tensiones, tanto físicas, como psíquicas, a través de la voz propia. Una vez se atraviesan esas tensiones, la persona está mucho más relajada y como consecuencia, aparece una voz mucho más profunda, mucho más grande, con muy poco esfuerzo. Te diría que sin esfuerzo. Eso sería el resumen más básico.
Nuestro cuerpo es un instrumento, y la mayoría de personas, no sabemos cómo funciona.
A nosotros, en los cursos que hacemos de hablar en público, cuando alguien nos pide mejorar algo en relación con su voz suele ser por alguna de estos motivos: le tiembla la voz, habla con voz muy bajita y no sabe o no puede subir el volumen, no vocaliza, se queda sin aire o porque no respira y «se ahoga»… ¿Son este tipo de problemas los mismos que te transmiten los alumnos que vienen a tus cursos?
Sí, son estos tipos de problemas. Nuestro cuerpo es un instrumento, y la mayoría de personas, no sabemos cómo funciona. No sólo es un instrumento para cantar, sino que el habla también es parte de la música de uno. Al hablar, si una persona no sabe cómo funciona su instrumento, no tiene dominio sobre él. Eso es como intentar tocar la trompeta delante de un público sin saber tocar la trompeta. Básicamente, el problema es que la gente no respira bien. Cuando uno respira bien, la consecuencia es que habla bien, canta bien y se comunica bien. Entonces, las ideas que se quiere hacer llegar, llegan.
Yo hablo mucho de la importancia de la respiración porque la respiración te lleva al aliento. Antes me has hablado de que te dicen que tu voz transmite calma. La transmisión no tiene que ver con las palabras que usas en el mensaje, sino que tiene que ver con «el aliento donde van viajando» esas palabras. Y es a través del aliento donde las palabras llegan y se transmiten, no «de ordenador a ordenador», sino de un lugar más profundo.
Esto me recuerda a cuando le decimos a algún alumno que para emocionar, la emoción se ha de transmitir «de corazón a corazón». No puedes emocionar «de mente a mente», pero aun así lo intentamos, a veces. No nos damos cuenta y queremos convencer al otro que lo que le decimos «está muy bien», y lo intentamos desde la mente, no desde el corazón.
Cuando tú estás respirando y contactas con ese aliento, ese aliento pasa, te atraviesa. Como consecuencia, te atraviesa el corazón también. Entonces, la comunicación que llega es mucho más auténtica.
En canto se habla mucho del fiato. El fiato es cuando una persona puede cantar una frase muy larga sin tener que respirar rápido. O también cuando tú puedes hablar y hablar, como puede hacer un buen actor, y decir una frase muy larga sin tener que respirar cada dos por tres ni hacer respiraciones cortas para acabar un mensaje. El otro día busqué el significado de fiato y en muchos países, tiene que ver con empatía en la comunicación. Cuando uno está en su aliento, la comunicación se vuelve empática. Cuando tú no estás desde ese aliento comunicándote, para mí es un «de ordenador a ordenador», que también está bien para muchas cosas.
Es un trabajo para todo el mundo. Quien logra liberar su voz, se siente muy bien.
Ahora que has hablado de cantantes y actores. ¿El trabajo que haces es para actores y cantantes, o cualquier persona puede hacer este trabajo? ¿Hay alguna restricción?
Es un trabajo para todo el mundo. No es un trabajo de canto. Es un trabajo previo al canto. De hecho, los cantantes que vienen a mis sesiones vienen porque tienen problemas. Rara vez viene un cantante que canta bien y no tiene problemas. Y actores suelen venir también bastante, pero es un trabajo vocal. Esto quiere decir que no es exclusivo para actuar ni para cantar. Quien logra liberar su voz, se siente muy bien. Creo que cantar es algo para todo el mundo. Otra cosa es ser cantante o ser actor, pero cantar creo que es algo natural en todo el mundo.
Y es ahí donde yo voy, porque creo que cuando uno logra expresarse desde su voz, respira bien. Cuando tú cantas o hablas bien, respiras bien; cuando tú respiras bien, hablas y cantas bien. Y a mí lo que me interesa es ese círculo, la salud respiratoria de la persona, por encima de todo. Si yo respiro bien, estoy a gusto dentro de mi cuerpo. Si estoy a gusto dentro de mi cuerpo, también estoy a gusto afuera. Esto es para mí lo más importante… y como nadie respira bien, pues es un trabajo para todo el mundo.
¿Y qué quiere decir que no se respira bien?
Como te decía antes, yo tengo un hijo. Ahora tiene un año y medio. Yo veo su mecánica, veo lo bien que respira. Me está enseñando muchísimo. Mi maestro siempre lo explicaba de esta forma:
Cuando un bebé viene al mundo, es una bola energética, es como si todo el bebé fuera un vientre. Cuando el bebé empieza a tener los primeros meses, uno puede observar cómo ese centro-vientre empieza a subir a nivel clavicular. Eso sucede cuando el bebé empieza a desarrollar lo que va a ser su parte afectiva o emocional. Cuando el bebé ya es un niño de 7 u 8 años (curiosamente, en Francia, a la edad de 7-8 años se llama la edad de la razón), este centro de gravedad sigue tirando hacia arriba haciendo evolucionar un intelectual-mental. Llega la adolescencia, y aquí todo ha quedado al revés de cuando nació, toda esa energía ha tirado hacia arriba, el adolescente lo lleva todo allá arriba.
Es un viaje a la inversa de cómo uno se ha construido.
Creo que no hay en nuestra sociedad algún tipo de acción o ritual (o como quieras llamarlo), un ritual de paso, algo iniciático, que te vuelva a llevar a casa una vez has salido de la adolescencia. Lo que observo en la gente es que toda esta energía ha quedado por encima del diafragma. Al final sucede que el diafragma queda bloqueado y eso lleva a toda una serie de tensiones que construyen nuestro personaje social. Cuando uno va a la voz, lo que hace es «desnudarse», quitarse este personaje, volver otra vez al origen. Por eso digo que es un viaje a la inversa de cómo uno se ha construido. Por eso digo que hay una etapa en que hago tirar un edificio. Y cuando veo que la persona vuelve a estar en su vientre, desde ahí vuelvo a reconstruir esa verticalidad en la persona.
Cuando has hablado del personaje social, ¿esto viene del mundo de la actuación?
Podemos hablar de personajes, podemos hablar de persona. «Persona» quiere decir «máscara». El personaje es la máscara y yo con mi trabajo vocal trato es de ir a buscar la voz que está detrás de la máscara. La llamo «la voz del ser», y aparece cuando uno va más allá de esta máscara. Tomo la voz como un testimonio de eso, de si la persona está bajo la prisión del personaje o no. La voz funciona como testimonio. En mi trabajo, siempre está el sonido como testimonio. Tengo una gran suerte en eso: Mientras trabajo con la persona, a cada pocos segundos tengo un testimonio vocal que me informa, más allá de lo que me pueda contar la persona de lo que está sucediendo dentro. Y el sonido no es intelectual, por eso, es un buen testimonio.
Y una vez haces el trabajo con las personas, ¿éstas notan sus cambios de voz? ¿Cómo lo viven?
Sí, la mayoría siempre dice lo mismo: «¿Quién está hablando dentro?». Por eso, me remito al principio de nuestra conversación, a lo que te comentaba sobre el silencio. Cuando uno entra en silencio, va a visitar al ser y ése es quien está hablando dentro. Por eso hablo del «dejar venir», porque no se trata de hacer, se trata de «dejarle hacer al otro (o a la otra)».
Es muy habitual, que no nos guste oír nuestra propia voz, por ejemplo, la voz grabada. ¿Con esta nueva voz que surge, también sucede que no nos gusta?
A ver si te puedo contestar… ese fenómeno del que tú hablas es porque nosotros, cuando hablamos, estamos en nuestro oído interno. Claro, no podemos poner nuestro oído externo cuando nosotros estamos hablando. Cuando uno se graba, al principio, su voz le resulta horrorosa. Pero no creo que realmente sea horrorosa, sino que nunca se ha podido escuchar desde fuera. Acostumbrarse lleva un tiempo.
Yo he tenido las dos experiencias: yo canto y me suelo grabar. Al principio no me gustaba la voz. A medida que me acostumbro a escucharme, cada vez voy quitando más ese prejuicio. Paralelamente, como hay una mejora, también me gusta. Ahora cuando me escucho me gusta, pero al principio era horrible. No lo admitía, no lo quería aceptar.
La voz es un testimonio de si estás libre, si eres libre.
Y más allá de la voz, ¿hay algún otro tipo de cambio?
Sí, puede haberlos. La voz es un testimonio de si estás libre, si eres libre. Cuando tú tienes la experiencia de esa libertad, el impacto en la psique es fuerte en el sentido de «¿Qué me pasa en la vida para no estar aquí?». Quien quiera puede hacer ese viaje. Hay mucha gente que no quiere, hay personas que tienen la experiencia y lo dejan como algo anecdótico. Pero hay otra gente a quien «le choca». A mí me pasó así, empecé a cuestionarme, porque rara vez en mi vida estaba en ese sitio libre. Por eso, la voz puede ser una buena herramienta de crecimiento personal, porque es un testimonio muy bueno.
Los cursos que das duran un fin de semana.
Sí suelen ser 3 días.
¿Entonces, cuándo una persona sabe que el trabajo ya está hecho, que ya ha encontrado su voz?
Yo mismo, cada vez que trabajo, encuentro mi voz y muchas veces, durante el día, la pierdo. Antes tenía ese carácter, una «neura hiper-voluntaria». Lo que yo quería era tener eso siempre. Eso me convirtió en una persona rígida. Yo ahí buscando libertad, y cuando encuentro un trabajo que me la estaba dando, le pongo demasiada voluntad, durante todo el día. Eso trae una rigidez.
Ahora lo veo de otra forma: veo que cuando uno trabaja, trabaja, y luego uno «se olvida», entre comillas. El trabajo va cada vez haciendo cambios en uno, pero no son cambios producidos desde una voluntad de querer transformarse. Son cambios que ocurren. Después de cada sesión queda siempre «un poso» y ese «poso» continúa trabajando. El momento en que yo me hago una sesión es para volver a mi casa y luego «salgo de fiesta otra vez».
Cuándo las personas vienen al curso y luego se van, ¿les das alguna pauta, una recomendación para que puedan seguir con su trabajo?
Depende de la parte del proceso en que se encuentre la persona. Si veo que la persona puede empezar a trabajar sola, la empujo a hacerlo. Normalmente, en el primer curso no suelo dar ningún trabajo. Sólo le digo a la persona que tome conciencia de su respiración, porque normalmente no la usa. Esto le digo a todo el mundo. Luego, si alguien viene a un segundo o tercer curso, ya voy dando pequeños ejercicios. Así lo voy haciendo.
También tengo que decirte que yo estuve 7 años con mi maestro, con Serge Wilfart, y viví muchas cosas: viví muy buenas experiencias, y también experiencias malas. Lo que hace un buen maestro como él es ponerte delante de un muro. Cuando te has dado 1000 veces contra ese muro, empieza a doler. Es parte del proceso. Lo que me pasó es que yo encontré mi voz, encontré mi forma, cuando me separe del maestro. Él me dejó buenas experiencias que después tuve que ir a buscar solo. Él me dio las herramientas para poder hacerlo. Por eso creo que en esa autonomía, en poder hacerlo solo, es donde llega la seguridad completa en lo que estás haciendo.
¿Es en este momento cuando sabes que has encontrado tu auténtica voz?
Creo que ir a buscar la auténtica voz es un camino infinito. La perfección no existe, al menos en este plano. Pero tomar ese camino es lo que a mí me gusta. Ese camino hacia ese perfeccionamiento ¡y cuidado con el «perfeccionamiento», porque ahí puede venir esa voluntad egoica!. Cuando hablo de perfeccionamiento es que cada vez haya una voluntad más justa en la vida, y eso es para toda tu vida.
Si algún día llego, te diré «Cambia eso, que he descubierto que hay un momento en que se llega». Pero por ahora, no te puedo decir eso.
Si uno aprende a mover el aire, aprende a cantar.
A veces has usado frases, en tus cursos, tales como «mejor liberar el aire que liberar la voz».
Sí, porque la voz es muy «apetitosa» para el ego, el aire no lo es tanto. Cuando yo hablo de mecánica, hablo de mecánica respiratoria, principalmente. Si uno aprende a mover el aire, aprende a cantar. Cuando ponemos la voluntad y la atención en liberar la voz, salimos del sistema respiratorio. Y de lo que se trata es de estar cada vez más en la conciencia respiratoria. Ahora hablo de «liberar el aire», aunque para liberar el aire, primero el aire tiene que entrar bien al cuerpo. Ahí el ego no se engancha tanto y la persona puede coger más distancia. La idea de solo trabajar con el aire y pasar de la voz, ayuda a coger más distancia. La voz es sólo una consecuencia.
También me gusta mucho una frase que dices: «Si das la voz sin miedo, sales al mundo sin miedo».
Sí, pero lo matizo. Hace un rato tuve una llamada de una alumna que me dijo «El trabajo que hicimos el último día me ha dejado en una sensación de vulnerabilidad». La experiencia que tengo, a raíz de verlo en mí mismo y de verlo en los otros, es la de dejarse estar en ese lugar vulnerable, que no es un lugar de «no miedo». Es un lugar en el que la persona siente: «Tengo miedo pero estoy aquí. Voy». Sin estar en esa vulnerabilidad, no se puede liberar de forma justa la voz. Ese punto de vulnerabilidad es un sitio muy sutil, pero creo que si uno no está ahí, no se puede expresar de forma auténtica.
Tú me has dicho esa frase: «Si das la voz sin miedo, sales al mundo sin miedo», pero yo la cogería de otra forma. Las tensiones siempre vienen de un emocional. Yo separo entre emocional y emoción: el emocional para mí es «La cárcel mental donde está la emoción atrapada». Si queremos liberarnos de esa cárcel, hay que aceptar la vulnerabilidad. Y es en lo vulnerable donde el otro o la otra viene.
Antes has mencionado que cuando dejaste a tu maestro, por fin encontraste tu propio camino.
Cuando vi este trabajo por primera vez dije «Yo voy a hacer esto». Después hubo toda una experiencia, pero siempre tuve claro desde el primer día que vi el trabajo, que supe que iba a hacer eso.
¿Fue entonces cuando encontraste tu auténtica voz?
Yo he empezado a encontrar mi forma y mi autenticidad cuando me separé del maestro. Ahí empezó mi viaje de autonomía. Después siempre he aprendido de gente, por ejemplo, de un gran profesor de canto que conozco, Daniel Muñoz, que también me ayudó muchísimo en esta autonomía. Siempre he estado aprendiendo de gente que se dedica no sólo la voz, sino a aspectos físicos (corporales). He cogido cosas de otros lugares. Somos mamíferos, necesitamos la ayuda. A pesar de que hay autonomía, siempre va bien contar con la ayuda de los demás.
¿Y cómo fue para ti la experiencia de encontrar tu auténtica voz? ¿Fue en un momento puntual o se fue construyendo?
Fue decir «Vale, es por aquí». Ver el camino claro, yo sólo. Cuando vi ese camino claro, mi conciencia se quedó súper tranquila.
¿Con todo lo que sabes ahora, después de todo el camino y recorrido que has hecho, que le diría el Jon de ahora al Jon que comenzó hace años?
Yo le diría: «Déjate en paz».
El aliento es una inteligencia.
En tu trabajo ¿Qué es lo que más te satisface de lo que haces?
Lo que más me satisface es poner a las personas en su aliento. Esto lo decía mucho mi maestro y yo lo repito. Uno viene a la vida y lo primero que hace es inspirar y en esa primera inspiración, viene el primer aliento. Y cuando uno se va, uno deja su último aliento. ¿Por qué no estar en contacto con eso, qué es lo que nos da la vida? Para mí, el aliento es una inteligencia, y el hecho de poder poner a las personas en esa otra inteligencia es lo que más me satisface… y también cantar, que me da mucho placer.
¿Te gustaría comentar algo más, alguna cosa que no te haya preguntado, o algún mensaje inspirador para las personas que estén viendo esta entrevista, tus alumnos…?
Sí, creo que hay algo, y va con esta última pregunta que me has hecho: con lo que uno tiene dentro puede gozar muchísimo, el placer está ahí. No hace falta tanto consumo, no hace falta moverse tanto, no hace falta hablar tanto.
¿Y según esto último que me has dicho, qué es para ti la comunicación?
Para mí la comunicación es cuando una persona decide estar en su aliento, desde ahí decir lo que quiere decir, y como consecuencia, hacer respirar mejor a los otros. Eso es la comunicación empática, guiada a través del aliento.
Pues Jon, hasta aquí nuestra entrevista. Muchas gracias por habernos recibido y por haber compartido todo esto con nosotros. Nos vemos próximamente en el siguiente curso que tengamos.
Muchas gracias a vosotros, ha sido un placer.